En Canarias hay músicos para todo tipo de gustos como en todos lados; están los malos, los mediocres, los buenos y los geniales.
Los malos son los mejores, o por lo menos, los que mejor lo pasan. Ellos saben que tocan para divertirse, saben que su vida no depende de lo bien que toquen o canten y, por tanto, se dedican a su trabajo y en sus ratos libres comparten asaderos … son felices, aunque algunas veces torturen en algún bar los oídos del que pasaba por allí al café, pero eso hasta me agrada. En su mayoría gustan, transmiten una sincera felicidad que el pueblo agradece.
Afortunadamente están los geniales que triunfan por sí mismos donde quiera que vayan. Ellos pasan de todo, simplemente tocan y son felices, nunca serán ricos en dinero ni falta que les importa pues siempre hay un público «entendido», entre comillas, que los sustenta, que consume esta buena música. Este tipo de músicos representa la esperanza, la luz, iluminan con su genialidad.
Luego están los músicos buenos, son los que llegan a fin de mes arrastrando deudas, llamando a las productoras para que les pague la actuación que hizo hace dos años, tocando en bares y lugares donde muchas veces el silencio brilla por su ausencia, en fin, escapando como se puede. Hablo de la mayoría de los «buenos», porque también están en este grupo los que tuvieron suerte en operación triunfo o en en algún otro programa que se dedica a descubrir talentos con el fin de echarlos a perder y que están arrasando de momento, ya se verá lo que el futuro les depara … Sigue leyendo →