“¿Sabe usted cómo escribo yo mis cuentos? -le dijo a Korolenko un periodista y narrador radical cuando acababan de conocerse- Así.” Echó una ojeada a la mesa -cuenta Korolenko-, tomó el primer objeto que encontró, que resultó ser un cenicero, y poniéndoselo delante dijo: “Si usted quiere, mañana tendrá un cuento. Se llamará El cenicero.” Y en aquel mismo instante le pareció a Korolenko que aquel cenicero estaba experimentando una transformación mágica: “Ciertas situaciones indefinidas, aventuras que aún no habían hallado una forma concreta, estaban empezando a cristalizar en torno al cenicero”.
V. Nabokov/Chéjov
Introducción
Una disertación sobre la creatividad es un camino del que se sabe cómo se entra, pero no cómo se sale, pues parece que obliga al mismo ejercicio creativo y por ende, equivocamente, te compromete a ser original, cuando no genial. La tradición del conocimiento sobre la creatividad nos ha inducido al pensamiento categórico de una exclusividad de la misma en un sector privilegiado de la humanidad, pero ¿es acaso la creatividad un privilegio innato de unas minorías o una capacidad genética del ser humano?
En el mismo camino de hallar algunas respuestas, cabría hacerse la pregunta de si es la creatividad sinónimo de genialidad o simplemente un ejercicio de proyección de manera evolutiva sobre lo ya existente, sin necesidad por lo tanto de alcanzar altas cotas de excelencia innovadora, sea en el campo que sea.
¿Qué es la creatividad?
Reynold Bean define la creatividad como el proceso mediante el cual un individuo expresa su naturaleza básica a través de una forma o medio para obtener cierto grado de satisfacción. Ciertamente, son muchos los autores que la explican como un proceso a través de una forma o medio, pero existen claras diferencias de opinión sobre el objetivo de dicho proceso.
Para el empresario informático Steve Jobs, la creatividad es simplemente conectar cosas, pero ¿no es más que eso? Según el inventor y psicólogo, William Gordon, el proceso creativo consiste en la actividad mental en situaciones de definición o solución de problemas cuyo producto son las invenciones artísticas o técnicas, acentuando así tanto la formulación como la solución de problemas como partes de un proceso creativo. Ayudando a completar esta definición, Donald W. MacKinnon aclara que consiste en un proceso que perdura en el tiempo y se caracteriza por su originalidad, adaptabilidad y viabilidad.
Podríamos continuar con otros autores, pero vamos a sintetizar hablando de sus puntos de encuentro como la novedad y utilidad, además de coincidir en definirla como una conducta, un proceso o un producto, hasta llegar incluso a contemplarla como una actitud ante la vida.
¿Somos todos creativos?
El humanista Erich Fromm desmitifica la creatividad y la democratiza, poniendo de manifiesto que no es una cualidad de la que estén dotados particularmente los artistas u otras personas, sino una actitud que puede poseer y realizar cada persona.
Tenemos el concepto adquirido a través de la historia, de que la creatividad es una cualidad de la persona iluminada y, por lo tanto, no es para todos. Sin embargo, si nos apoyamos sobre una de los premisas que nos plantea el investigador Reynold Bean en su libro Cómo desarrollar la creatividad de los niños, en el que nos comenta que parte de la creatividad es aprender a arreglárselas con lo que proporciona el entorno, cambiaríamos automáticamente de parecer, porque ¿quién no ha tenido que arreglárselas solo con su entorno en algún momento de su vida?
Somos poseedores de unos cien mil millones de neuronas, nos recuerda Elsa Punset, y el cerebro está hecho de neuronas conectadas entre ellas que se comunican a través de impulsos eléctricos. El número de sinapsis o conexiones neuronales es increíble, así que ¿cómo vamos a desaprovechar tremendo potencial? Todos somos portadores de ideas más o menos innovadoras que están deseando despertar de su letargo y llegar a los demás. El primer paso es creer en nuestro potencial creativo como seres humanos.
La necesidad misma de sobrevivir, de adaptarnos a nuestro espacio y a los acontecimientos que van sucediendo a lo largo de nuestra vida nos obligan a realizar actos creativos uno detrás de otro, a trabajar nuestra imaginación para poder ir solventando los obstáculos que nos plantea la vida misma. Sin este ejercicio de creatividad, en mayor o menor medida, resultaría imposible poder continuar y evolucionar.
Uno de los principios clave de El Elemento, del educador y experto en asuntos relacionados con la creatividad Sir Ken Robinson, es que tenemos que cuestionar aquello que damos por sentado acerca de nuestras habilidades y de las habilidades de otra gente. ¡Hagámoslo!
¿Puede ser la creatividad el camino para encontrar soluciones?
Ya decía el prestigioso científico Albert Einstein que en los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento. En un momento de la historia en que sufrimos una crisis de gran magnitud y comprobamos que las decisiones y soluciones aportadas no terminan por dar luz a los problemas existentes, solo resta reinventar la situación y para ello nada mejor que el trabajo creativo. Si no ves la solución en este lado, cambia de lado. Si no resuelves un problema con una ecuación matemática, píntala y si no, ponle música, verás cómo entonces surgirán nuevas alternativas interesantes.
El escritor y psicólogo Edward De Bono acuñó el término Pensamiento Lateral como un método de pensamiento que consistía en una técnica para resolver problemas de forma creativa. Esta técnica permite organizar los pensamientos de una manera no ortodoxa, con procedimientos que normalmente serían ignorados por el discurso cognitivo lógico. Este pensamiento lateral produce ideas que normalmente se encuentran alejadas del pensamiento corriente. Bono plantea que este pensamiento se puede desarrollar a partir de estrategias de entrenamiento que facilitarán la apertura para encontrar más soluciones a un problema de las que encontraríamos a través del pensamiento habitual: observar un objeto desde diferentes posiciones o ángulos, cambiar la función del mismo por una que no le corresponda aparentemente, imaginar una situación concreta en espacios temporales diferentes… La imaginación es vital en el pensamiento lateral o creativo. Este modo de pensamiento puede ser decisivo para resolver cuestiones que generen problemáticas no convencionales.
¿Se puede desarrollar la creatividad?
No debemos confundir la creatividad con la genialidad, pues aunque la segunda necesita forzosamente de la primera, la creatividad no tiene por qué desembocar en genialidad. El desarrollo de la capacidad creativa no tiene como fin el alcance de niveles extraordinarios sobre el resultado logrado, más bien pretende potenciar la capacidad de ampliar la visión y el entendimiento sobre lo que nos rodea.
En este sentido podemos llevar a cabo diferentes ejercicios para estimular el pensamiento creativo como la Palabra aleatoria, el Escape, la Piedra en el camino, las Analogías, etc. Aparte de todas estas y otras técnicas para el desarrollo del pensamiento lateral, sabemos que cualquier trabajo artístico potencia precisamente ese pensamiento divergente.
Evidentemente, no todos tenemos el mismo nivel de capacidad creativa y reconocemos enseguida a aquellas personas que poseen una mayor inclinación al proceso creativo, pero todos sí que disponemos de un potencial que en muchas ocasiones queda adormecido, anestesiado o infrautilizado. Como decía el artista alemán Joseph Beuys: “Todo conocimiento humano procede del arte. Toda capacidad procede de la capacidad artística del ser humano; es decir, de ser activo creativamente. ¿De dónde iba a proceder si no? El concepto de ciencia es sólo una ramificación de lo creativo en general. Por esa razón hay que fomentar una educación artística para el ser humano.»
Elsa Punset, en su libro Una mochila para el universo, nos ofrece algunas estrategias para mejorar la inspiración, que, aunque no es vital para la creatividad, en muchas ocasiones resulta ser el camino más directo para la resolución de problemas. Podemos gozar de mayores inspiraciones si vemos un video cómico y nos reímos antes de resolver un problema, nos recomienda. Generalmente, valoramos en exceso la focalización absoluta de atención sobre un punto cuando queremos resolver una cuestión, pero está comprobado que cambiar radicalmente de actividad ayuda al pensamiento creativo, pues te centras de forma inconsciente en las asociaciones imprevistas que habitan en el hemisferio derecho del cerebro.
En la misma línea, nos ofrece diez trucos rápidos para fomentar la creatividad, como rodearte del color azul, estar menos alerta, pensar como un niño, tener sentido del humor, desplazarte mentalmente a nivel espacial del problema, tener un espacio pequeño como una caja a tu lado, vivir en una ciudad, cambiar de perspectiva, hacer algo completamente diferente y rodearte de naturaleza.
Finalmente, lo que sí es muy importante para el desarrollo de la creatividad es levantar la censura sobre el pensamiento, para que de esta manera se quede la puerta abierta a nuevos estímulos.
¿Es la celeridad del proceso creativo una evidencia de su capacidad?
Así como solemos identificar al creador o a la persona creativa con la imagen del genio, es muy corriente asociar el concepto de la precocidad y fugacidad del proceso al mismo acto creativo; pero si nos acercamos al universo de la música y a algunos de sus representantes más sobresalientes, nos daremos buena cuenta de cómo esta idea cae repentinamente.
Desde que el maestro de Bonn, Ludwig Van Beethoven, decidiera en 1793 que debía componer algo especial sobre el poema de la “Oda a la Libertad” de Schiller, posteriormente “Oda a la Alegría”, hasta que la partitura quedó finalizada y se estrenara, pasaron treinta y un años.
La última obra que compuso Felix Mendelsshon, compositor alemán, fue un concierto para violín y orquesta en mi menor que había prometido a un amigo cercano y gran violinista. Desde el día en que comenzó a tomar apuntes hasta el día de su estreno en 1845 pasaron seis años.
Por último, como una clara refutación de que el proceso creativo carece de una velocidad que justifique y revalorice tanto su ejercicio como el producto, debemos mencionar la quinta sinfonía del compositor post romántico Gustav Mahler, obra que estuvo revisando una y otra vez, desde su creación en 1902, hasta su muerte en 1911.
¿Qué mejoramos trabajando la creatividad?
Está comprobado que el desarrollo de la creatividad ayuda al pensamiento divergente, que es aquel que no restringe su proceso en un solo plano, sino que se mueve en planos múltiples y simultáneos, ayudándonos a encontrar diversas respuestas a una pregunta. En el peor de los casos, tal y como nos recomienda Reynold Bean, estimular la creatividad ayudará a obtener cierta satisfacción de todo lo que hagas en tu vida.
¿A dónde nos lleva la creatividad?
Una vez que el proceso creativo ha dado comienzo, nadie puede decir con total seguridad hacia donde nos dirigimos, partiendo de la base de que no es racional, pues surge de las emociones más profundas. De lo que sí podemos estar seguros es de que nos desplazará del punto de origen para trasportarnos a uno diferente.
Como Matteo Corradini afirma, todo proceso creativo es a la vez un acto de destrucción, un intento de ruptura con lo que precede en busca de algo que genere innovación y nos ayude a resolver situaciones que nos provocaban conflicto o tedio. Posiblemente, el poder de la creatividad, como decía John Cage, nos introduzca en el verdadero mundo en que vivimos.
“Cuando no me ve nadie, como ahora, gusto de imaginar a veces si no será la música la única respuesta posible para algunas preguntas” -Antonio Buero Vallejo-
José Brito/2012
BIBLIOGRAFÍA
BEAN, Reynold. Cómo desarrollar la creatividad en los niños. Núñez, Irene (trad.). Madrid: Debate, 2000. ISBN: 84-8306-334-4
CORRADINI, Matteo. Crear: (Cómo se desarrolla una mente creativa). Madrid: Narcea, 2011. ISBN: 978-84-277-1734-3
PUNSET, Elsa. Una mochila para el universo: (21 rutas para vivir con nuestras emociones). Barcelona: Destino, 2012. ISBN: 978-84-233-2461-3
GARCÍA, Luis Alberto y María del Pilar CARRASCO. Para ti, creatividad (Algunas recetas clave para descubrir sus secretos). Barcelona: Granica, 2005. ISBN: 84-7577-413-X
ROBINSON, Ken y Lou ARONICA. El Elemento. Barcelona: Debolsillo, 2011.
ISBN: 978-84-9908-390-2