sin asir otra carga
que tu silencio
Elucubraciones del poeta ocasional en el trastero de las palabras.
José Brito, poema.
“Aunque aparentemente este sucedáneo de haiku habla de la pérdida de un amor, cuestión siempre complicada pues de una pérdida se trata y no de una ganancia (al igual que el ser humano está por naturaleza preparado psicológicamente para subsistir y no para desistir, también lo está por analogía para ganar y no para perder; aunque finalmente tenga la capacidad innata de adaptarse), sus palabras pretenden acercarse al sentimiento o a la cruda realidad del abandono que supone dejar esta existencia, el abandono en el tiempo fuera de toda idea idealizada de una vida más allá de esta terrenal. ¡El silencio no es otro que el de la nada!.”
Elucubraciones del ojo captor en el trastero de las imágenes.
Víctor Muñoz, fotografía.
“El silencio como regalo, como introspección y experiencia, saborearlo, apreciarlo y ¿por qué no? compartirlo meditando con otros, en un único espacio de silencio común. Pienso que quien no es capaz de valorar el silencio (y son muchos) está huyendo de algo, quizá de sí mismo. El silencio es ausencia solo cuando esperas sonido, por simple comparación, y sin embargo el silencio es refugio, refugio del sonido que es su contrario también por comparación, del sonido sin orden, sin mesura. ¿Has estado en una cueva solo y has golpeado un cuenco? Los ojos cerrados, un sonido seco y brillante que va debilitándose y desapareciendo hasta no quedar nada…
Dice el budismo que comprendiendo la interdependencia de los fenómenos, de la vacuidad de todo fenómeno y de su carencia de un yo independiente, el meditador no precisa de silencio para meditar, sencillamente porque el sonido no es real por sí mismo, desaparece al comprender sus causas. Por eso se podría meditar en una calle transitada sin tener que irse a una cueva del Himalaya, donde solo el viento frío rompe el silencio absoluto.”