LA HISTORIA
Visto con la perspectiva del tiempo, comprendo ahora que ya desde el principio nuestra suerte estaba echada. Tras recogernos en nuestros puertos isleños, con nuestras ilusiones intactas y una cierta incertidumbre por cumplir nuestros sueños, nos encomendamos a una tripulación novata; a un ancla rota en Santa Cruz de La Palma; y a un mal augurio del patrón, reforzado con el llanto premonitorio de la pequeña Ana.
La gripe se cebó con nosotros durante el viaje, apagando luces en nuestras almas. Y aunque en Santiago de Cuba muchos decidieron quedarse en tierra firme, dando vida a sus sueños y a su reencuentro con sus seres amados, los que seguimos en aquel vapor, el Valbanera, pronto acabaríamos desaparecidos en las aguas del olvido, removidos por un huracán que se llevó nuestras vidas aquel fatídico 9 de septiembre de 1919.
Aún hoy, nuestra tumba metálica, corroída, alberga sentimientos centenarios, reposando en la duda de un barco al que el destino no quiso dar una oportunidad.
ESTRIBILLO
Desde hace un siglo se escucha
el canto de las sirenas
que arrullan con su arrorró
las vidas del Valbanera.
1ª Parte – EL PRESAGIO
Desde Glasgow hasta Cádiz
la brisa trajo un mal fario
y de Cádiz a Canarias
se alimentaba el presagio.
Anita Pérez, la niña,
imaginaba un calvario:
«Este barco no resiste,
¡abandonen sin pensarlo!”
Pero el llanto de una niña,
ni del patrón, su diario,
hasta Santiago de Cuba
impedirían su ocaso.
Así partió Valbanera
al terrible descalabro,
con la bodega de sueños
que embarcaron los canarios
2ª Parte – LOS AMANTES
Dime cuánto tiempo más,
afligida preguntaba,
debo estar lejos de ti
pues muero sin tu mirada.
No soporto más tu ausencia,
responde Juan a su amada,
un trasatlántico enorme
saldrá pronto de Las Palmas.
Trabajando día y noche
duplicaré las ganancias,
no habrá descanso en mi mente
hasta verlas en La Habana.
Desde Arucas fue al encuentro
una Rosa enamorada
de su esposo Juan González
con su hija Guacimara.
3ª Parte – EL CONTRATIEMPO
Hizo escala por Santiago
compungida la esperanza
por los muertos de una gripe
que adelantaba desgracias.
Al sentir suelo cubano
nuestra Rosa no letrada
bajó presta como el viento
con su dulce Guacimara.
Siguió su rumbo al oeste
con medio millar de almas
nuestro vapor condenado
donde un ciclón aguardaba.
Por un destino perverso,
desde La Palma sin ancla,
llegó al abisal marino
a la altura de Matanzas.
4ª Parte – EL DESENLACE
La suerte quiso que Rosa,
nuestra rosa enamorada,
por carecer de lectura
llegase al fin a La Habana.
Su marido Juan González
durante días lloraba
por la ausencia de sus flores
que un temporal le arrancaba.
No fue este el desenlace
que para él reservaba
el misterioso naufragio
de nuestro buque fantasma.
Al filo del malecón
la familia reencontraba
sus sueños y sus abrazos
rescatando la esperanza.