Me dejo llevar
por una luz
que ya no quiere estar
y disipa su imagen
tras un horizonte
con nubes.
Mis pasos son
lo más parecido
a tu aroma
y hoy tu olor
es profundo.
Camino, camino, camino
Siempre camino
y te busco…
Entre los rostros
te busco
en las siluetas
te busco
en los paisajes…
Y este vespertino
desvarío mío,
solo mío,
va perdiendo
su sonido.
Se va la luz
y con ella
mi silencio.
Vuelve a mi
el sonido violento
de unas olas
y los platos chocantes
de la cafetería.
Vuelvo a ser
orgánicamente presente
con tinta, ojos
y manos
Despacio, despacio.
Se detienen
mis dedos en el papel,
despacio…
– ¿Cuánto es?
– Cuatro con cuarenta
– ¡muchas gracias!
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(…) Yo no vendo ni rajo mi pasión. Silvio Rodríguez «Compañera»