Y colorín, colorado… este cuento ha comenzado

Y la abuelita descubrió la zoofilia y amó al lobo desde sus entrañas, y nunca mejor dicho. Como una mantis religiosa devoró su amor desde dentro y lo engulló. El lobo se dejó querer pues vio en ella la ternura que nunca había visto en otro ser. Y así se convirtieron en uno siendo dos, mitad lobo, mitad abuela, un engendro inusitado del amor más prodigioso. Quién les iba a decir que tal adversidad los iba a unir de por vida.

Pocos eran los que apostaban por ellos. Ni siquiera Caperucita que había sido la artífice del encuentro, pues pensaba que no se podía amar a quien te come, pero nada más lejos de la realidad. No se come a quien se ama, pero a veces si que se ama a quien te come, sano o no sano, sucede. Las vueltas del amor solo las conoce el círculo.

Lo cierto es que no pudo con ellos la diferencia de edad, pues la abuelita le pasaba como treinta años a aquel lobo veinteañero, ni siquiera la cuestión biológica, pues aprendieron a besarse sin comerse, a pesar de que nunca dejaron de comerse a besos.

Los cazadores, los vecinos más conservadores, los animalejos de la zona,… todos envidiaban aquel nuevo enlace y ponían todas sus fuerzas para que no fuese próspero. Siempre que podían se acercaban a la casita de la abuelita con buenas intenciones en pro del beneficio colectivo y les obsequiaban con regalos gastronómicos, para luego enjuiciarlos tras la oscura sombra del consejo sobre lo inconveniente de aquella situación. Todos poseían mil experiencias que certificaban que aquello no podía funcionar, y ya no solo eso, sino que aseguraban que el equilibrio social se podía resquebrajar si se empeñaban en sus actitudes de sinrazón y pasión. Todos saldrían malparados, su amor egoísta podría desencadenar un sinfín de infortunios emocionales en la sociedad moderna.

Querían hacerles partícipes del miedo, de la incertidumbre, del desengaño, para que no fuesen lo que deseaban ser, para que su felicidad no fuese ningún obstáculo para la infelicidad de los demás, y es que la envidia se alimenta de los éxitos ajenos para morir donde comienza a crecer.

Aprovechando un discurso aleccionador sobre el reestablecimiento social, las normas y el buen vivir, que ofrecía el alcalde Oso a todos los habitantes en la inauguración de un nuevo zoológico dentro del bosque, el lobo rompió su silencio. Fue esa mañana de domingo cuando todo cambió.

Su cabeza extensible se irguió de entre los pechos de la abuelita y dijo: queridos vecinos, muchas veces me habrán oído aullar y he sido motivo de un miedo colectivo de proporciones abrumadoras. Estimado señor Oso, su problema es que es un palíndromo que dice lo mismo de atrás hacia delante y de adelante hacia atrás, se repite sin resolver su discurso, sin regenerarlo, sin evolución alguna… y da por bueno lo que por sistema ha sido, sin darse cuenta que hay otras verdades mas allá de lo vivido, que hay otra verdad que está por crearse, pero hay que romper el camino para poder verla. Mientras sigamos dando vueltas siempre acabaremos al final en el principio.

Efectivamente yo era un buscador, un buscador de sueños, si… ese tan temido que se alimentaba de cada encuentro. Todos pensaban que morían al toparse conmigo, pues tal es la negación de los seres a la búsqueda, a lo que podría ser, a lo incierto… Pero hoy les digo, que esta abuela me ha dado el sueño que siempre busqué, que nunca supe identificar y que siempre estuvo, era ese sueño el camino de una senda desconocida, que simplemente adentrarla era plenitud por lo que suponía caminar y sorprenderse en cada paso, pues nada estaba designado a ser, sino que los pasos iban haciendo el camino, lleno de ilusiones y destinos engendrados por el propio trayecto. Esto es felicidad les anuncio, y no es nada que se pueda ver, tocar u oler, es la misma aventura del encuentro sin definir, es la duda y la alegría de lo que está por venir. Hoy he sido comido para poder degustar la experiencia cósmica de ser feliz, y a ustedes les digo: no dejen de buscar, que en ese acto espiritual se encuentra el porvenir de la felicidad.