Educación musical: ¿un derecho o un lujo?

Pocas reformas han generado tanta polémica dentro del mundo de la educación como la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE), denominada popularmente como «ley Wert», presentada por el ex-ministro de educación, José Ignacio Wert.

Una de las cuestiones más reprochadas de esta ley ha sido la posición en la que el ministro dejó a la música. Y no es para menos. Con la reforma, se aumentaron las horas lectivas de materias troncales como Matemáticas o Lengua Castellana, en detrimento de las asignaturas con carácter artístico y creativo, lo que, estudiando la distribución horaria, lleva implícita la erradicación de la asignatura de Música, sin tener en cuenta las nefastas consecuencias que esto tendría para los futuros formadores, para los alumnos, pero sobre todo para la Cultura. Ya decía Sigmund Freud que “Todo lo que fomenta el desarrollo de la cultura trabaja también en contra de la guerra” o Florenci Mas: “La cultura enriquece la mente, provoca sentimientos colectivos que fortalecen las sociedades, vertebra el tejido social y, sobre todo, genera y cataliza emociones, hace trascender al ser humano por encima de la realidad”.

Es posible que la música lleve con nosotros tanto tiempo o más que el lenguaje oral empleado por nuestros antepasados para comunicarse entre sí. Las razones que se exponen a continuación son fruto de la más enérgica repulsa a desatribuir la categoría de “troncal” a la asignatura de Música. Sigue leyendo

Lothar Siemens por José Brito

textura_nubes_wide_ccEn primera persona

Además de establecer una sincera amistad con mi padre, Francisco Brito Báez, y ser el único que cariñosamente me llamara “Querido Pepe”, tenía la habilidad de estimular cualquier empresa que me proponía o realizarme propuestas que siempre trascendían el día a día. Entre otras cuestiones, fue el catalizador para que me concediesen una beca de estudio, a través de la Fundación Universitaria de Las Palmas, y así poder estudiar dirección de orquesta en Detmold (Alemania).

El encargo que me solicitó el Grupo Enigma (orquesta residente del Auditorio de Zaragoza) en 2014 y que llevó por título “Diatriba”, lo dediqué al maestro.

diatriba-711x300Otra muestra de admiración mutua y reconocimiento entre mi padre y Lothar fue esta canción para voz y piano: “¿Neojarte?”, que mi padre dedicó a su amigo. neojarte

Desde la Orquesta Bela Bartok

Gracias a Lothar Siemens la Orquesta Bela Bartok tuvo el honor de poder conocer y grabar en dos discos del sello RALS (nº35 y nº50), obras de Millares, Delgado, Millares Torres, Lentini, Sánchez, Valle Chinestra y Guigou i Pujol; además de poder llevar a cabo decenas de conciertos promovidos por él mismo con esta propuesta artística de creación originada en Canarias. Sigue leyendo

Sinfonía del FIMC, III Movimiento: Vivaldi, Brahms, Bartok y Svensson en la misma fiesta

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En el transcurso de ocho días, pude asistir a cuatro conciertos que supusieron un permanente viaje en el tiempo y geográfico de una riqueza inmensurable. Los asistentes pudieron desplazarse al siglo XVII y XVIII con Purcell, Händel y Vivaldi, al romanticismo del XIX con Brahms y Liszt, al ‘ruido eterno’, metáfora utilizada por el reconocido crítico estadounidense Alex Ross para referirse a la música despreciada del siglo XX como si fuese un agujero negro, con compositores como Schönberg, Bartok, Ives y nuestro querido Juan Hidalgo (recientemente galardonado con el Premio Nacional de las Artes Plásticas), o a las vanguardias de nuestro tiempo presente y pretérito a la vez, del siglo XXI, con compositores como Svensson, Posadas, Martín, Eizirik y Poppe, quienes, aunque no representen a toda la modernidad, sí representan parte de ella, a pesar de que algunos los menoscaben con el término poco poético de ‘paleovanguardia’. Sigue leyendo

Sinfonía del FIMC, II Movimiento: Love is real, real is love

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‘Es el gozar, no el poseer, lo que nos hace felices’ escribía el humanista francés Michel de Montaigne. Sin embargo, algunos se empeñan en hacer de este festival una propiedad que mostrar en sus particulares escaparates, que no solo les inocula el veneno de la vanidad, sino que castra la cultura colectiva, pues efectivamente el poseer mata todo lo que alcanza.

Lamento si alguno de los aludidos se siente ofendido por esto que intento plasmar de la manera más transparente, pero alguien que se retuerce por esta nueva dirección del FIMC, si con el mismo capital o inferior al de otras ediciones, atiende a más estilos; amplía el abanico para sumar públicos que se habían sentido excluidos; potencia una actitud pedagógica y amablemente instructiva; promociona a los creadores e intérpretes locales, nacidos o formados en Canarias, como nunca se habían promocionado; atiende a proyectos de intervención social, como Barrios Orquestados, para que sus usuarios, alumnos y familiares, puedan asistir gratuitamente a sus conciertos; se aproxima a los centros formativos musicales de la comunidad; procura llegar a lugares donde este festival nunca había llegado; logra una mayor cantidad de asistentes que en pasados festivales, a pesar de que algunos intenten reducir este éxito con el argumento de que solo se debe a un mayor número de conciertos, etc. Si alguien critica esta nueva línea, critica todo lo anterior y, por lo tanto, para mí, tiene el virus de la insolidaridad y viste una egolatría que no puedo compartir ni estimar.

Que alguno de estos individuos pretenda hacer sorna del actual director del festival aludiendo a su profesión como músico y a su especialidad instrumental principal (clarinetista), no sólo demuestra las malas artes con las que mueve su deleznable pluma, sino que provoca sobre él mismo y sus acólitos el mayor de los ridículos. Habría que explicarles que el clarinete fue el instrumento que Mozart utilizó para sus momentos más espirituales o dialécticas metafísicas; o deberíamos recordarles que es el único instrumento de viento que Beethoven eligió para doblar a las cuerdas en la exposición del archiconocido motivo de cuatro notas de su quinta sinfonía. Igual así, yéndonos al pasado, que es lo que ellos únicamente representan, consiguen comprender y respetar.

Pero voy a cantar para espantar todos estos males, como dice el dicho. Así que ¡esperanza señores, esperanza! Leí esperanzado hace dos jueves unas palabras del director Arturo Tamayo, que no fueron censuradas en un periódico local (“Espero que sigan así en el futuro”), que hacían referencia a la nueva dirección del festival en relación a la especial atención que ha mostrado por la música de nuestro tiempo y otras cuestiones del mismo.

Prestemos atención a lo verdaderamente importante, no caigamos en la provocación de quienes mimetizan insistentemente formas culturales externas en un proceso ectotérmico, como los reptiles, para subsistir ante la incapacidad de sentirse orgullosos de su propia cuna. Como cantaba nuestro amado Lennon: “Love is reaching, reaching love”.

SINFONÍA DEL FIMC · I MOVIMIENTO: QUIEN CANTA SU MAL ESPANTA

canta-mal-espanta-960Si hemos encontrado el FIMC es porque al fin nos hemos encontrado en él, en esta azulaya sonora que acoge a todos sin discriminar.

Escuché en una cafetería decir a una señora, en una de esas conversaciones que suelen derramar grandes dosis de sabiduría popular, que «la manía es peor que la locura». Y debe ser cierto porque la manía adquirida por ciertos personajes de escribir por sistema en tono peyorativo sobre todos y cada uno de los eventos de esta edición del Festival Internacional de Música de Canarias exaspera y lo vuelve a uno irascible. Sobre todo, porque intentan esconder el único motivo para sus pataletas infantiles (sépase que tal motivación se resume en la pueril frase de «no te presto ni quiero compartir mi juguete»), arguyendo una miríada de crípticos razonamientos, en el mejor de los casos, que no los entienden ni ellos mismos y que se hacen añicos a poco que los remuevan.

Apoyados exclusivamente en el recuento de las cuentas que solo ellos tienen en cuenta: vacío total, medio vacío o había diez butacas vacías. Pareciera que la proyección cultural, la diversidad, la muestra de nuevas tendencias, la captación de nuevos públicos, la ampliación de la oferta y espacios, etc., no les interesase en absoluto. Me pregunto si esta gente escucha algo durante los conciertos, pues todo lo vociferado nos inclina a pensar que solo asisten para enumerar las butacas desocupadas y que en eso consiste su mayor placer al acudir a los mismos. Sigue leyendo

¡Mirad el Sol! (Seht die Sonne)

Opinión escueta sobre el concierto del sábado 14 de enero en el Auditorio Alfredo Kraus. Programa: Gurre-Lieder de Arnold Schönberg. Intérpretes: Orquesta Sinfónica de Tenerife, Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, Coro Filarmónico Eslovaco y Coro de la Ópera de Tenerife. Josep Pons, Director. Nikolai Schukoff, Waldemor; Irene Theorin, Tove; Charlotte Hellekant, Waldtaube; Andrew Foster-Williams, Bauer y Narrador; Gustavo Peña, Klaus.

gurrelieder-960Con estas palabras, casi como una arenga poética, engullía el coro eslovaco al público asistente el pasado sábado en el Auditorio Alfredo Kraus para disfrutar de la representación de los Gurrelieder de Arnold Schönberg. Un acontecimiento al que algún medio solo dedicó, ante la evidencia, un escaso y positivo párrafo aludiendo a unas palabras de “alguien” (que no define) sobre la importancia del mismo y aclarando que “no defraudó”. Por el contrario, el mismo medio dedicó una página entera a un artículo del reconocido crítico musical, Arturo Reverter, sobre una ópera que se celebró fuera de nuestras tierras archipielágicas. ¿Qué debo pensar como ciudadano y profesional de la música: casualidad, incompetencia o despropósito? A mí me parece más lo tercero. Sigue leyendo

Zimmermann, Doctor Doom y otros superhéroes

Artículo de opinión de José Brito sobre el concierto del FIMC celebrado el 8 de enero en el Auditorio Alfredo Kraus.

mcoSi hubo un superhéroe en la velada del pasado domingo 8 de enero en el Auditorio Alfredo Kraus, ese fue el violinista alemán Peter Zimmermann. Su increíble precisión en la articulación y afinación de cada uno de los pasajes de extrema dificultad del concierto nº1 en Re mayor de Sergei Prokofiev le hizo acreedor de tal reconocimiento. Por algo está valorado como uno de los más grandes violinistas en vida de esa lista de seres cuasi sobrenaturales que hacen que lo más inalcanzable parezca de fácil acceso. Un concierto escrito hace un siglo bajo la tendencia que muchos compositores abordaron y que se denominó como “neoclasicismo”, pues flirteaban con rescatar las bases del periodo clásico de la música occidental, cuestión que provoca en el oyente una sensación de anacronismo, pues el lenguaje no abandona su tiempo pero su alma parece trasportarnos a épocas lejanas. La complicidad que se produjo entre el maestro Zimmermann, los integrantes de la joven orquesta y el director Jakub Hrusa fue especial, provocando momentos de una relación camerística dentro de un contexto sinfónico.

 

El concierto había dado comienzo con embrujo, encantamientos y sacrificios, y el “Chamán” no era otro que el compositor canario, oriundo de Tenerife, Gustavo Adolfo Trujillo, quien nos hipnotizó con una obra cargada de vitalidad y misterio. Su discurso poseía una dialéctica que se escoraba en lo motívico, pero sin desconectar de las nuevas tendencias compositivas. Una creación que hacía revivir a los poemas sinfónicos del romanticismo, con un tratamiento orquestal y textural que rescataba otras consagraciones y rituales. La sección de trompas elevó al Olimpo sus notas matrices con una pulcritud y gallardía envolventes, haciendo de esta empresa sonora un acontecimiento épico. Así fue cómo Trujillo se ganó el beneplácito de los dioses y consiguió ser aceptado en esa exquisita liga de superhéroes, con una obra que posiblemente tendrá el reconocimiento del paso del tiempo y ganará justamente el premio de la inmortalidad. Al contrario de otras interpretaciones de composiciones de autores locales en ediciones pasadas del FIMC, se apreció una delicadeza y respeto hacia la obra por parte de la orquesta y su director que llamó positivamente la atención. Sigue leyendo